La presión de los neumáticos es un factor importante tanto para el rendimiento de tu coche como para la seguridad, ya que no solo previene el desgaste prematuro y reduce el consumo de combustible, sino que contribuye en gran medida a evitar accidentes. En este artículo encontrarás información útil sobre la presión recomendada, cómo medirla y lo que debes evitar.
La presión recomendada dependerá del tipo de vehículo, de la cantidad de pasajeros, de la carga y también de las condiciones de conducción: no es lo mismo la conducción urbana que la conducción en viajes largos por carreteras extraurbanas y con equipaje añadido. La presión recomendada en cada caso, indicada en libras por pulgada cuadrada (pound per square inch o psi) o en bares (bar), se encuentra en el manual que se incluye con el vehículo y también se puede consultar en una pegatina colocada en el marco interior de la puerta del conductor.
Si bien los valores recomendados dependerán de las características que mencionábamos más arriba, como referencia se recomienda una presión de entre 2 y 2,5 bares en vehículos sin carga y de entre 2,4 y 2,9 bares en el caso de vehículos cargados.
Lo primero que debes hacer es consultar el manual (o la pegatina) para saber cuál es la presión recomendada por el fabricante para tu vehículo. Una vez que tengas esta información, deberás medir la presión de tus neumáticos, para lo que necesitarás un manómetro (o comprobador de presión), que puede ser tanto analógico como digital. Podrás encontrar uno tanto en tiendas de autopartes como en la mayoría de las estaciones de servicio.
Para medir la presión, primero apaga el motor y espera a que los neumáticos se enfríen. Esto es importante porque, cuando el neumático se recalienta por haber rodado varios kilómetros, los valores de medición no serán precisos. Coloca el manómetro en la válvula del neumático y lee la presión en el manómetro. Si no estuviera dentro del rango recomendado por el fabricante, infla (o desinfla) los neumáticos en consecuencia.
Se aconseja controlar la presión de los neumáticos al menos una vez al mes, para asegurarse de estar conduciendo en condiciones óptimas.
Como mencionábamos al principio, una presión correcta de los neumáticos es determinante para la seguridad de la conducción y para el rendimiento del vehículo, dos elementos que van de la mano: un neumático con la presión incorrecta puede aumentar el consumo de combustible y afectar la distancia de frenado, lo que incide en las posibilidades de tener un accidente. Además, los neumáticos que ruedan con una presión inadecuada tienden a desgastarse más rápidamente, lo que acorta su vida útil.
Inflar de más los neumáticos puede afectar la experiencia de conducción, ya que los neumáticos resultarán más rígidos y el andar será menos amortiguado, principalmente en la conducción en entornos urbanos. Una presión mayor de la recomendada también desgasta de forma irregular la banda de rodadura (principalmente la parte central), lo que disminuye el agarre al asfalto y aumenta el riesgo de pinchazos.
Si los neumáticos no se inflan lo suficiente, aumenta el riesgo de deformación. Esto no solo reduce la vida útil, sino que también aumenta el peligro de accidentes: la distancia de frenado se vuelve mayor, se pierde capacidad de agarre al asfalto y se reduce la maniobrabilidad, lo que contribuye a aumentar el peligro de aquaplaning y de pinchazos.
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